miércoles, 26 de noviembre de 2008

UN GRAN DÍA PARA ELLAS

La espectadora lo sabía.
Según se accede a las salas del Centro Comercial donde se poryectan las películas del MUCES, hay un cartel en el que se prohíbe la entrada de toda clase de comida. Somos dóciles y obedecemos. Pero ella no, o no lo ha leído, o no lo ha querido leer, o sabía que venía a una película de las de antes, de las que se ven mejor con una buena cesta de palomitas, con el hombro apoyado sobre otro hombro, y dejando el frío de la madrugada (dos bajo cero, ahora mismo) allá afuera. Y el frío de los intelectuales que quizá tengan mucha razón en sus planteamientos éticos o morales o filosóficos, pero le suelen dejar a uno, como dicen los que saben decir las cosas, con los pies fríos y la cabeza caliente.
Un gran día para ellas es una película británica, y se nota desde el primer fotograma. Exactamente desde el primero. Sí una película totalmente británica, y no se me ocurre mejor modo de definirla. Para mí decir esto es hablar de cine con mayúscula, es hablar de calidad, de eficacia, de sobriedad y buen gusto de un guión quizá descargado de las tormentas de las que hablábamos ayer, pero, por otro lado, mucho más lenitivo. El cine como si fuera un spa, ahora que están tan de moda, para el alma y el cerebro. Un gran día para ellas es como pasearse por la campiña una tibia tarde azul del incio del otoño. Así de gratificante.
Para evitarme más dilaciones transcribo la sinopsis que viene en el programa:
"Miss Guinevere Pettigrew (Frances McDormand), una institutriz londinense de mediana edad, ve como es despedida injustamente de su trabajo. De forma un tanto fraudulenta, consigue un empleo peculiar: "secretaria social" de la actriz y cantante Delysia Lafosse (Amy Adams). Pero Miss Pettigrew nunca se hubiera imaginado la alocada y disparatada vida que puede llegar a llevar su nueva jefa. Y en un solo día se ve envuelta en toda clase de situaciones en la alta sociedad de Londres de los años 30, donde descubrirá su propio destino romántico."
Creo que en España se ha titulado la película más inteligentemetne que en la propia versión británica que viene a ser algo así como Miss Pettigrew vive durante un día. Este título focaliza en exceso la trama de la película en un sólo personaje, lo cual, probablemente se deba a que la actriz que interpreta a este maravilloso ser, es ni más ni menos que Frances McDormand, la actriz fetiche de los hermanos Cohen (Fargo, Quemar después de leer), y esto tiene que ser un gancho para conseguir una taquilla aceptable. En esto también es británica.
Como uno no tiene ni la capacidad ni la sabiduría de otros, no ha podido ver más que cinco películas de las treinta y dos que se proyectan en la sección oficial, pero apostaría que ésta será la que pase con más posibilidades de éxito a la cartelera comercial.
De hecho, y no sé si será casual, o es que ha corrido la voz, tal y como ha notado Marián, hoy había más público en la sala, y se trataba de unos espectadores de diferente espectro, más jóvenes, más habituales de estas salas arrojadas en medio de la estepa, casi en medio de la nada. (¿Dónde nuestros cines en medio de las ciudades? ¿Por qué para ir al cine hay que organizar una excursión? ¡Cómo envidio a los de Avilés!).
Cuando han dejado de sucederse imágenes ante nuestros ojos, se han oído aplausos, lo que es bastante más de lo que ha sucedido en otras sesiones. Luego, hemos salido con una sonrisa melancólica en el alma y en los labios, con la sensación de que la vida tiene estas sorpresas gratificantes. A los personajes de la historia, una vez que se resguardaron de nuestras miradas, les quedaba la lucha por mantener el amor y la vida, ya que la II Guerra Mundial estaba a punto de comenzar. Vencieron, justo antes del inicio del horror, el miedo a la sinceridad, se despojaron de sus afeites postizos, desnudaron su alma y se prepararon para la verdad. A nosotros, nos queda nuestra propia vida, nuestra propia lucha (esperemos que sin guerras) y este frío de la madrugada de noviembre, este frío que a uno le invita a calentarse en la melodía de unos ojos de mirada cálida y grande, uno ojos sin rimel, sin pintura, desnudos, unos ojos grandes, tal y como escribió Ángel González y nos ha recordado Chus en uno de sus comentarios, que agradezco.
La verdad, siempre la verdad.

No hay comentarios: