Estoy seguro de que en Zaragoza hay más taxistas que este joven tan simpático. He visto decenas de ellos circulando por la ciudad. Sin embargo ayer y hoy es quien ha hecho el servicio que he pedido al hotel. Hoy me he ido de la capital aragonesa con algo menos de peso en la maleta del que traje el viernes. Ayer me llevó desde el hotel hasta el Centro Cívico Teodoro Sánchez Punter donde pasamos la jornada entorno a la literatura y al diálogo.
Aunque la cosa empezó el viernes…
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Cubierta del libro Tintas distintas
En el Albergue Zaragoza, vieja posada de peregrinos en camino hacia Santiago y que también fue cárcel de la Inquisición, la editorial La Fragua del Trovador, responsable de la edición del libro Tintas distintas. Relatos II, había organizado la presentación de este volumen.
Esta es la primera razón de mi viaje a Zaragoza. Tres buenos amigos, José Antonio Prades, Pilar Aguarón y Anabel Cosejo son los autores de este trabajo que aún no he tenido tiempo de leer. Como es conocido por quien sigue este espacio, ellos tres forman la asociación 3d3 LiterArt y están realizando una seria labor en Zaragoza por el relato corto. Este Tintas distintas es el segundo trabajo que dan a la imprenta en relativamente poco tiempo. Es evidente que el trabajo en equipo estimula y empuja.
Lo primero que me sorprendió en el mejor de los sentidos posibles de la palabra, fue la implicación de Luis Sanz, el editor (La Fragua del Trovador), y su mujer M ª José Carvajal (ella misma escritora y poeta). Cualquier editor está pendiente de los libros que pone en circulación, eso es innegable, pero esa implicación tan visceral y apasionada, no suelen ser tan habitual.
La presentación resultó entretenida y amena. Como en cualquier pieza musical, el bajo continuo que determinó el ritmo y el tono del evento, fue la camaradería y la confianza existentes entre escritores y editores. Tras las palabras introductorias en las que Luis explicó esquemáticamente el desarrollo del acto, los autores tomaron la palabra. Cada vez estoy más convencido de que en la sencillez está el camino más certero, y si se produce a modo de juego, mejor aún. Esta fue la propuesta del editor. A cada autor, por sorteo, le había correspondido en suerte hablar de otro de sus compañeros y leer uno de los textos del libro, que no fuera suyo.
Después de esta parte de la presentación se pasó al coloquio, a modo de entrevista realizada por el propio Luis. El acto propiamente dicho concluyó con la actuación del jovencísimo cantautor zaragozano Mario Iriarte quien interpretó varios temas de su último disco El sabor de las palabras.
Como ya he dicho aún no he tenido tiempo de leer el libro –el tiempo libre no ha existido en estos dos días-, pero sí puedo explicar aquí el cimiento sobe el que se asienta con solidez.
3d3 está empeñado en demostrar dos cosas: que a pesar de las diferencias –incluso de los debates intensísimos- el trabajo en equipo es posible en materia tan individual como la literatura, y que el relato corto no es precisamente un género menor. Tintas distintas no es un mero libro editado por tres autores en los que se han adicionado uno tras otro, relatos escritos por cada uno de ellos.
En el primer capítulo o Paseo del libro, los autores proponen tres relatos divididos en tres partes de trescientas treinta y tres palabras cada uno de ellos. Por tanto cada autor escribe una parte del relato, pero no la misma en los tres, de tal modo que cada uno de ellos ha escrito una presentación, un nudo y un desenlace. Ésta es la parte del libro que ya me he leído y estoy en condiciones de afirmar que si no hubieran escrito el nombre de los tres autores en cada uno de los relatos sería imposible –salvo para ellos mismos- saber quién ha redactado qué. A pesar de lo que aseguran en la presentación de esta primera parte, se demuestra que es posible llegar a un acuerdo, siempre y cuando se tengan claros los objetivos.
La segunda parte consiste en incluir como elemento de cada tríada de relatos una frase propuesta por cada uno de ellos. Así nos encontramos con tres diferentes relatos cuyo nexo de unión es la existencia de la misma frase: el comienzo de La metamorfosis de Kafka, tres versos de la canción Vértigo de Ismael Serrano y una frase que dice Al Pacino en la película Carlito’s way.
En el tercer apartado, el nexo común son los títulos de las historias, A mesa puesta, A tiro fijo y A la vez que tú… Casualmente una triple A al comienzo de cada título…
La cuarta sección tiene como elemento común el desarrollo de tres ideas propuestas por cada autor, que en sí mismos son una especie de desencadenante o microrrelato con vocación de semilla que ha de dar fruto…
En el quinto grupo Anabel, Pilar y José Antonio decidieron que el postre era de libre elección y cada uno nos regala un relato propio y sin ligazón con los otros.
Mientras les escuchaba –y a la mañana siguiente cuando hablamos sobre Oscurece en Edimburgo- y ahora que escribo estas líneas, una idea se abre paso en mi interior. Es aún un esbozo, algo mínimo, casi una semilla, quizá una mera intuición, pero sus contornos van siendo menos imprecisos. La literatura en equipo es posible. En algunos casos, incluso, podría llegar a ser necesaria. Es imposible que desaparezca la obra debida a una sola mente creativa, pero ya no es una quimera llevar a buen puerto obras de autor coral.
A la salida del Albergue Zaragoza la lluvia había aliviado el bochorno de la tarde y la cena y unas copas junto al Ebro propiciaron una velada agradable y distendida. Una velada de clima propicio y compañía grata que ayudaron a que llegara al hotel lo suficientemente rendido, como para que el estruendo de la fiesta habitual de todos los fines de semana de todas las ciudades españolas no me desvelara.
Tenía que estar fresco para la jornada del sábado ya que se celebraba el II Recital de Narrativa SéBreve.
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Anabel y yo mismo momentos antes de iniciar la presentación
de Oscurece en Edimburgo. Anabel sostiene un ejemplar del
último número de la revista La Esfera Cultural
La mañana del sábado fue intensa para el diálogo y el debate. Se presentaron en el mismo local donde por la tarde se desarrolló el recital, Tintas distintas, Oscurece en Edimburgo y Versos como carne…
Como siempre sucede, la sorpresa y el interés por el modo en que se escribió Oscurece en Edimburgo hacen presa de la concurrencia. Hablar de la presentación de esta novela –que hicimos entre Anabel y yo mismo- es hablar nuevamente del trabajo en equipo, de las dificultades y de las satisfacciones que provoca, así como los retos a los que hay que hacer frente durante la escritura del texto. La sorpresa y admiración que despierta poder tener entre las manos una novela tan intensa y trepidante escrita por siete autores con escrupuloso respeto a las normas dadas, es reiterativo ciudad tras ciudad: personas ajenas a todo el proceso de la escritura de la novela en Tenerife, Las Palmas, Lérida, Segovia y ahora Zaragoza siguen sin pestañear las explicaciones que los autores damos. Y es automático que se produzcan las preguntas, sobre todo –al menos así lo he vivido en Segovia, Lérida y Zaragoza- entre aquellos asistentes que han tenido o tienen que ver con la creación literaria. Aunque no en modo exclusivo. El planteamiento de escritura, tan radical, de 7 plumas es una vuelta de tuerca más a lo que decía más arriba sobre el trabajo común en literatura. En nuestro caso –del que también participa Anabel Consejo, como todos saben- ni siquiera existió la posibilidad de corrección o reescritura de la obra. Como se sostuvo en el acto de esta presentación, para que Oscurece en Edimburgo fuese una novela homogénea había que corregir hacia delante, por así decir. O como se comentó un poco más tarde, los autores decidimos ser fieles hasta el final con la esencia del proyecto y en la versión de esta primera edición, no depuramos nada del contenido de la obra, aún a costa de correr algún riesgo. Quisimos ser fieles a la aventura. Y tal y como se continúa manifestando, lo verdaderamente doloroso es no haber podido editar el libro que habíamos soñado, por una mera cuestión de extensión del proyecto. La originalidad y el riesgo de Oscurece en Edimburgo hubieran quedado más evidentes, si se hubiera publicado la otra novela que se escribió a la vez que escribíamos la búsqueda de Sophie; porque el proceso de elaboración de la novela es, en sí mismo, otra novela dentro de la propia novela…
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De Izquierda a derecha: José Antonio Prades, Pilar Aguarón
Anabel Consejo y servidor junto al cartel
II Recital de Narrativa SéBreve
La tarde, como un broche de oro, consistió en la lectura de los relatos de treinta y cuatro autores y autores. Escritores de Lérida, Sabadell, Barcelona, Huesca, Zaragoza y Segovia pasamos poco más de cuatro horas fantásticas mientras escuchábamos las imaginativas propuestas de nuestros colegas. Además de la distinta procedencia de las escritoras y escritores, me interesa dejar patente la variedad de las edades.
Podría parecer que el relato corto (cada autor dispusimos de cinco minutos como máximo y se respetó esta condición casi sin excepciones) encaja más bien con un escritor o escritora joven, pues es un género de relativa poca tradición. Nada más lejos de la realidad. Podría decir –y ahora vierto una opinión muy personal- que, en general, los relatos leídos por personas de más edad, resultaron más transgresores no sólo en ideas.
A mi modo de ver la calidad fue más que estimable y disfrutamos con relatos de corte realista y costumbrista, otro con tintes surrealistas; hubo relatos que rozaban la prosa poética, otros adscritos al género negro, otros en que los protagonistas eran animales o cosas. También pudimos descubrir en la práctica que hablar de relato corto, es incluir mucha variedad, no sólo de estilos, sino de extensión.
El ser humano se caracteriza por su afán investigador o explorador y no se conforma con lo primero que encuentra. Si se acepta comúnmente que un microrrelato tiene como límite máximo las doscientas cincuenta palabras, hay autores que buscan ir más allá y exploran con determinación casi científica para reducir aún más las posibilidades para crear una historia, que al fin y al cabo eso es un relato. Cada vez se escriben más nanorelatos o mini microrrelatos, en los que pasar de cien palabras es una exageración.
En general abundó la temática un poco sombría o melancólica, pero no faltaron notas de humor, ironía y sarcasmo. Hubo relatos amorosos o desamor, relatos del género negro, relatos fantásticos, relatos surrealistas, relatos que podrían representar al realismo mágico, hubo relatos eróticos…
Hubo quién nos explicó la realidad que siempre se nos ha ocultado sobre los hechos que originaron los sucesos que luego se fijaron en la memoria colectiva como Caperucita Roja, o quien dio voz a un máquina de escribir que añora a su primer propietario, o el de que relató un viaje al azar y allí encontró amistades, o aquel en que una mujer decide añadir reliquias a su escapulario de manera un tanto radical, o quien determinó que un orinal es el mejor modo de viajar por el mundo, o quien recorrió la miseria humana siguiendo la senda de un morroñoso billete de cincuenta euros, o quien hizo un canto hermosísimo a los cuentos como mejor modo para aprender a vivir, o quien nos demostró que los ángeles chapotean en piscinas celestiales, o quien nos contó cómo una lápida de un desconocido es testigo de un amor imposible o quien soñaba que estaba muerto (¿o estaba ya muerto y soñaba?), o quien porfió por explicar las apariciones y desapariciones de unos hermosos pendientes de plata, o aquel en que una joven deja a sus padres para ingresar en un convento, o cómo Zaragoza estuvo a punto de ser llevada por el cierzo y acabar sumergida en el río Ebro, o aquel en que se zambulle en la mente de un expresidiario que sale de la cárcel para ajustar cuentas con su pareja, o aquel en que una mano amiga en realidad es la mano de un trepa, o en el que se indaga en la mente confusa de una locura, o esos tres últimos escritos por 3d3 que narran tres historias engarzadas entre sí, y al mismo tiempo independientes y que forman parte de un nuevo libro que está muy avanzado ya… Y por si esto fuera poco, también Mario Iriarte nos deleitó con sus canciones que tienen una vocación de relato innegable.
El año pasado, en la primera edición, lo pasé muy bien, como escribí en su momento, pero este año (quizá porque no me visitó una jaqueca tan inoportuna e intensa como entonces) he disfrutado como disfrutan los niños cuando están jugando. Jugar en general no cansa y si después de cuatro horas los padres u otro adulto, deciden que se ha acabado la hora de los juegos, los niños refunfuñan.
Así yo, ayer sábado. Cuando a las ocho y media acabó el acto, aún no me hubiera importado continuar escuchando más propuestas. Pero todo ha de tener un final, y el de ayer –después del adelanto que nos propusieron 3d3 de su próximo libro- fue un final maravilloso que acabó tras la cena saboreando un exquisito gintonic en una glamorosa terraza zaragozana de la calle Cesáreo Alierta, mientras cinco escritores continuábamos hablando de esas cosas tan raras de las que hablamos los escritores. Si queréis leer los relatos que ayer disfrutamos, pinchad AQUÍ.
Así nos retrató Pilar a José Antonio, Anabel y a mí,
media hora antes de comenzar el acto matinal