sábado, 30 de junio de 2012

María Sangüesa: "Juegos de Sirena"


Portada del libro
Juegos de Sirena,
de María Sangüesa


La reseña o comentario a Juegos de Sirena de María Sangüesa, antes que nada es la reseña o comentario al poemario de una amiga y, por tanto cualquier lector puede sospechar, con toda razón, que la objetividad no será su seña de identidad.
Pero matizo apresuradamente. No es que me importe mucho o poco la objetividad ante una reseña de este tipo, sino que me importa más la sinceridad. Nunca he sido muy objetivo, pues no me considero un objeto. Pero sí he procurado no engañar, al menos conscientemente. Otra cosa es la coincidencia de pareceres; este asunto se escapa completamente a mi jurisdicción. Será el lector quien decida al respecto.
Precisamente porque todo el mundo sabe de nuestra amistad, es por lo que he considerado que el lugar más adecuado donde hacer pública mi opinión sobre este poemario sea aquí, en Pavesas y cenizas, espacio de mi única incumbencia.

Momento de la presentación del poemario.
(Foto tomada del blog de María, "El vuelo de Hécate")

Hace diecisiete días exactamente, el pasado trece de junio (en una calurosa tarde matritense), tuve por fin entre mis manos el libro, después del acto de presentación que se celebró en el Ateneo de Madrid.
Juegos de Sirena (Huerga & Fierro editores, 2012) se compone formalmente por un prólogo debido a Julia Gallo, treinta poemas, un postfacio escrito por María Sangüesa y un poema a modo de corolario cuya autoría pertenece a Leonel Licea (otro buen amigo) que quedó fascinado por uno de los poemas del libro, tanto que la inspiración le provocó sus versos.
Pero Juegos de Sirena es, en realidad, un viaje a las abisales honduras del mundo femenino, enfrentado a la tensión perpetua entre el sentimiento amoroso, y la sensación de encarcelamiento que produce este sentimiento.
Vayamos por partes.
Juegos de Sirena puede presentarse, en una primera lectura, como una revisión contemporánea del mito de la sirena que hechiza con su canto a los marineros que caen indefectiblemente entre sus brazos para allí morir sin remedio. Como todo el mundo sabe podemos leer algo así en el a Odisea. Sin embargo, Juegos de Sirena, propone a la sirena como víctima de (igual que el hombre) del hechizo mal entendido del amor.
La poeta lo que hace en realidad es partir de una idea eje o fuerza: toda mujer es una sirena. O mejor dicho aún, la sirena, en realidad, es una alegoría de la esencia de la mujer, del eterno femenino. O, al menos, algún tipo de mujer.
Como ella misma escribe en el postfacio: “La imagen de la sirena devino en la de la mujer, y la de la libertad, también la del eterno femenino”.
Pero con esto que afirmo, aunque transcriba un par de renglones del postfacio no estoy desvelando nada recóndito dentro del poemario. El primer poema, Edenes perdidos, abre así el portón de sus versos:
Cansancios y asfaltos incitan su huida,
nostalgia y ensueños forman su bagaje:
libertad posada en vientos azules,
locas tentaciones, soplos de coral…
Retorna a la mar —a su edén perdido—
lejos de las sierpes,
lejos de las trampas de la gran ciudad.
Regresa a sus aguas, escucha su voz,
cadencias de arena y ondas transparentes…
No quiere ser Eva, otro es su linaje
de sombras y arcillas,
oscuras corrientes trenzadas con sal…
Ayeres marinos en huellas de espuma,
cristales añiles, sendas sumergidas
en rutas profundas.
Edenes perdidos que teje el mar
(La negrilla es mía).
Es decir, en este libro lo que María plantea es una reivindicación de la libertad femenina. Un regreso al mar, entendido éste como edén predilecto, donde las sendas se sumergen en rutas profundas.
Pero este anhelo, al mismo tiempo, se matiza y se ve truncado en muchas ocasiones por la tensión que provoca el amor. El amor entendido como lo suelen entender los marineros que (no deja de ser un trasunto o metáfora del varón). Un amor que deviene rápidamente en pasión y a continuación en cárcel, donde la sirena (mujer) puede acabar enterrando sus sueños. Pero mejor, para que no se me acuse de excesivamente inventivo, vuelvo al postfacio y transcribo lo que la autora dice al respecto:
Y la [imagen] del marinero pasó a ser (…) un reflejo del hombre, una alegoría del arquetipo masculino, del pescador de imposibles. De ese hombre que, para su desgracia, no puede comprender el universo femenino y necesita apresar a la mujer para sentirse seguro, provocando, de una u otra manera, su huida en lo emocional, en lo físico (…)
El tercer elemento del libro que completa el trípode sobre el que se sujeta su armazón es, obviamente, el mar. Ese espacio para la libertad, para la pasión, para la vida, para el futuro, pero también (y al mismo tiempo) para la muerte, para la huida, para el dolor, para las tormentas y los naufragios.
Formalmente el libro se construye alrededor del endecasílabo sobre el que pivotan los heptasílabos. No son los únicos tipos de versos en el poemario, pero sí los más abundantes. Como dijo María durante la presentación y como recalca en el postfacio, de algún modo ha pretendido emular el ritmo, la cadencia del oleaje mediterráneo sobre la arena de la playa, ese rumor interminable que termina por acunar y hechizar a cuantos se acercan a él.
Pero el libro es más, es mucho más. El libro requiere de una lectura, de un lector, no de un comentarista. Porque el libro, es también, un viaje a algunas de las honduras de lo humano, a algunas de sus pulsiones más determinantes, aquellas que giran en torno a la tensión que suscitan el binomio hombre-mujer, o posesión-libertad.
Quiero concluir estas torpes palabras mías, transcribiendo unas del espléndido prólogo de Julia Gallo que pueden ayudar a entender que dentro de los versos de María hay mucho más:
Así hallamos armónica comunión de ritmo y estética al ensalzar o denunciar las ideas que se van revelando. También el erotismo subyace en las profundidades marinas con su consiguiente simbololgía: esa mar, en cuyas entrañas ingiera, para hacelas suyas, las gotas de la lluvia pasional que desmantela la calma y aruuina cimientos porque, por encima del albur y a pesar de los pesares, la soledad anhela romper su caparazón no deseado, como dijo Dámaso Alonso “Soy hombre, y estoy solo”.
En fin, ahora sí que concluyo, agradecer a María que haya escrito este libro, tan cuidadosamente editado, porque quizá algunos marineros puedan comprender la verdadera esencia de una sirena.


miércoles, 27 de junio de 2012

Haití, otra vez.


El mundo está lleno de dolor. Allá donde las miradas se abran con un poco de perspectiva, descubrirán cómo la miseria anida en tantos inocentes que es difícil enumerar.
Nosotros mismos, inmersos en nuestra propia realidad, nos vemos sacudidos por desasosiegos, sufrimientos, preocupaciones que convierten algunas de nuestras jornadas en pequeños (o grandes) laberintos…
Hay diversas maneras de afrontar las cosas. Cada uno usa de sus estrategias, las que puede o sabe manejar.
Hace un año, casi trece meses para ser precisos, escribí AQUÍ sobre Haití. Sobre ASHUADE y Jorge, un compañero de trabajo que invierte el tiempo de sus vacaciones (o parte de él) en intentar paliar algo de ese dolor que se cierne sobre la isla caribeña en concreto en el barrio de Tabarre. En su equipaje, además de todo el ánimo, lleva diversos materiales (este año unas cocinas a modo de placas solares de fácil instalación y uso) y algo de otras aportaciones, también nuestras.
La prensa más sesuda habla de corruptelas sin cuento, de desorganización, de olvido del primer mundo. Eso cuando aborda el asunto de la reconstrucción de Haití, que cada vez es menos, que cada vez está más sepultado por la crisis de nuestra opulencia.
Pero continúa el dolor, las carencias.
Sé que la solidaridad no sustituye a la justicia; pero cuando la justicia falta tan clamorosamente, cuando su ausencia es un grito que provoca horror, hay personas (los mejores de los nuestros, sin duda de ningún género) que son capaces de hacer lo que hace nuestro compañero Jorge.
Os dejo sólo una muestra.
Creo que describir esta fotografía sería suficiente para explicar lo que de verdad es imprescindible para la vida humana.
Según nos cuenta Jorge, se habían acercado para curar una herida en la rodilla de la niña que tiene en brazos. Y esa pequeña expedición de una tarde cualquiera, concluyó del modo en que lo veis.
Y a mí sólo me queda la obligación moral de compartirlo, de difundirlo (aunque sean mis letras un eco casi inaudible).
La palabra esperanza aún no ha muerto.
La palabra esperanza tiene la misma fuerza que la sonrisa de un niño. Y ésa, a pesar de todo, es invencible.
Gracias, Jorge.


jueves, 21 de junio de 2012

A veces los poemas





A veces los poemas
sólo se escriben
con la tinta del llanto.

A veces los poemas
sólo se escuchan
mirando en su silencio.

A veces los poemas
sólo se leen
cuando la luz dormita

lunes, 18 de junio de 2012

Una entrevista en "La Esfera Cultural"


La vida tiene momentos de todos los colores. Casi nunca se nos muestra un color purísimo, sin la mezcla de otros o con la presencia de diferentes matices del mismo. Los grandes pintores lo saben, y desde la llegada del impresionismo, muchísimo más.
Y así va transcurriendo la existencia, caminamos entre luces y entre sombras. En momentos de cierta dificultad o en que el sendero se hace pendiente, muy pendiente, aparecen descansaderos, fuentes de agua fresca. Allí podemos descansar, refrescarnos, tomar impulso para continuar la ascensión.
Comparto con vosotros algo que invita a la sonrisa, que añade el valor de la amistad y del trabajo en equipo a esta tarea de la escritura. No me quiero extender más. Os dejo el enlace con la larga entrevista (luego no digáis que no aviso) que me hacen y me publica mi otra casa, La Esfera Cultural, con la que se inicia una serie de entrevistas del comité de edición del blog…
¿Por qué han empezado conmigo? Creo que es un honor excesivo, pero ellos sabrán.

sábado, 9 de junio de 2012

Paso moderado


Quizá no fuera menester, pues por activa y por pasiva lo vengo sugiriendo en entradas previas, pero durante los próximas semanas o meses, estas entradas serán entradas de tono guadianesco: pues serán más esporádicas, y más breves.
Porque es verano, porque dispondré de menos tiempo pues otras tareas me lo demandan, aliviaré el ritmo de mi paso. No es que deje nada, simplemente seré más intermitente e incluso (aunque esto es casi imposible) más lacónico.

domingo, 3 de junio de 2012

Volará en amanecida




El verso más preciso es intangible,
germina flor de luz desde la sombra,
desenmascara miedos y mentiras.
El verso imprescindible es pan de sol
desmigado en la mesa del ocaso
cubierto y empapado en vino y sangre.
El verso inexcusable es un zapato
de piel hecha jirón por los caminos,
donde aún esperan médulas sin nombre.
El verso imperdurable es himno y danza:
si tantas veces fue lágrima o hueso,
muchas más volará de amanecida.