Letraherido en marcha


En Zaragoza. Octubre de 2011
Desbroce de un correo electrónico que escribí a una amiga que me preparaba una entrevista radiofónica...

Sólo la primera frase de tu correo se merece que me pare en ella. Espero no enrollarme mucho, pero me quiero detener en ella, porque para mí es muy importante. Dices que no he perdido el tiempo en mi vida. Y me da la impresión de lo contrario.

El jueves seis de junio de 2014 cumplí 52 años, que no son ni pocos ni muchos, son los que he vivido, y eso en sí mismo es una maravilla… Pero tantas veces he escrito en mi diario que tengo la sensación de haber perdido el tiempo, de haberme dispersado en tantas cosas, de estar invirtiendo mi vida en algo que no me llevará a ninguna parte. Me digo, ¿52, Amando, y todavía estás así…?

Claro que viéndolo todo en conjunto no es tan escaso bagaje… Sí, he trabajado mucho, no sé con qué resultados, pero he trabajado mucho, y lo seguiré haciendo. Creo que podría vivir sin Internet, sin blogs, sin ordenador… Pero sin papel y bolígrafo, no, no podría. Necesito escribir como quien necesita respirar…

Tenía pensado simplemente contestarte a las preguntas que me formulas, pero creo que haré otra cosa. Me dispararé, si lo permites…

En 2003 me ofrecieron en la Diputación de Segovia la posibilidad de acceder a una jefatura. Mi jefe nos dejaba por cambio de trabajo y como llevo tantos años en la Diputación, desde 1988, y tengo el título de Magisterio, podrían darme una jefatura del grupo B (similar al nivel que tienen los ATS, Profesores, fisioterapeutas…). Pero para ello tenía que preparar y aprobar unas oposiciones. Ya entonces llevaba un diario, y la propia Diputación en 2001 me había publicado Aquel sábado lluvioso. Sabía que unas oposiciones de ciento y pico temas suponían un esfuerzo extraordinario que implicaba dejar de escribir. Era impepinable. Era la segunda vez en mi vida que lo hacía, que me despedía de la escritura, digo…

(Cuando, por 1985 empecé a preparar oposiciones traicioné por primera vez a la literatura. Dejé de escribir por completo. Preparé las de Magisterio con tres sonoros fracasos, las de funcionario de prisiones, con más fracasos, las del Ayuntamiento de Segovia… y las de la Diputación, que aprobé por primera vez sin plaza, ya que sacó mejor puntuación otro compañero.

Sin embargo, al día siguiente de acabar la oposición me contrataron, ya que un funcionario sufrió un accidente doméstico e iba a estar de baja varios meses. Ante aquel resultado, me dije que la suerte estaba echada: tenía que ir a por aquella plaza… Durante un año me dediqué a trabajar, estudiar y dormir…)

Pero volvamos al año 2003…

Antes de dejar de escribir, me planteé elaborar un libro tipo memorias literarias que titulé Autorretrato de un escribidor en él lo que hacía era un repaso de toda mi actividad literaria hasta ese instante. Todos los libros que había escrito, desde el primero, Humanidad pérdida (un poemario) hasta Eterna luz sonora y Cuentos de Euritmia. Novela de una ciudad que había concluido ese verano y auto publiqué al año siguiente…

Empecé a escribir a los trece o catorce años, y me decanté por la poesía. Desde muy pronto me publicaron (para mi desgracia) en El Adelantado de Segovia y cuando llegué a COU, coincidió que mi profesora de lengua era lectora mía, de los poemas que me publicaban. Fue ella la que me animó a recopilar todos esos poemas en un libro. ¿Pero de dónde sacaba yo la pasta para publicarlo? Porque, evidentemente nadie me lo publicaría.

De eso ni se habló. Ni lo intenté. Para qué.

Portada de Mariano Carabias para Humanidad perdida
Cumplía dieciocho años y mi padre (camarero del Mesón de Cándido) me dijo que me sacara el carnet de conducir. Recuerdo la escena como si estuviera sucediendo ahora mismo. Le miré (ya estaba yo seleccionando poemas para un hipotético libro) y le dije, ‘¿Por qué en vez de pagarme el carnet de conducir, no me pagas la edición de un libro de poemas?’

Mi padre es tan romántico como yo, y no lo dudó ni un minuto, ni medio…, nada, no lo dudó nada. Aquella misma tarde nos fuimos a la imprenta de El Adelantado que estaba casi al lado de casa, camino de La Plaza Mayor (un día tengo que escribir algo sobre ese itinerario, en él se ha desarrollado mi vida, porque en ese mismo trayecto está la Escuela de Magisterio, la Diputación, Radio Segovia…), y hablamos con quien la llevaba, un amigo de mi padre. Humanidad perdida costó setenta y cinco mil pesetas, setenta y cinco pesetas por libro: un librito de unas sesenta o setenta páginas, diseñado y maquetado por los de la imprenta. Mi hermano Mariano, me hizo la portada (me ha hecho la portada de los cuatro libros publicados, él sí es un artista) y tiene un par de ilustraciones en blanco y negro. Me lo presentó Fernando Ortiz (que era profesor de literatura mío y era (y es) la voz cantante de el grupo folk Nuevo Mester de Juglaría).Tuve una suerte inmensa, puesto que vendí el libro a ciento cincuenta pesetas unidad, y coincidió su presentación con el comienzo de la feria del libro de Segovia. En aquella feria vendí más de trescientos… vamos el best-seller de la feria, J. Y poco después estaba salvada la inversión.

Prueba superada.

Seguí escribiendo como un loco, y ese fue el error. Me creí alguien, cuando en realidad no era nadie. Intenté que me publicaran y, obviamente nadie lo hizo. Por entonces escribí, también en verso Dulces palabras (el peor de todos los que he escrito, con diferencia), Lucero negro y Lirio de amor ensangrentado.

También por entonces fundé, con otro amigo poeta, que murió muy joven y en circunstancias bastante desagradables, el Grupo Literario y Artístico Hominis. Éramos un grupo compuesto por siete u ocho poetas de Segovia de diferentes edades (otro compañero de Magisterio y yo éramos los más jóvenes). Hicimos y publicamos en la prensa local un manifiesto literario El manifiesto por el hombre en donde defendíamos (frente a tendencias vanguardistas) que la poesía, la literatura y el arte en general tenían que estar manchado de humanidad. Todo aquello que no respirara de nuestro mismo barro, no era arte, sino fuegos artificiales…

Por entonces, creo que 1981, escribí la primera versión de mi primera novela, Mañana amanecerá. La tercera o cuarta versión, es la que he publicado en el blog Euritmia en la red. Luego volveré a él.

No dejé de escribir cuentos, relatos un poquito más largos, estudiar, trabajar (hasta la mili era limpiacristales en la sucursal del Banco de España en Segovia). Justo antes de cumplir el servicio militar escribí Cual crujido de hoja seca, otra novela, bastante flojita que creo mejoré algo muchos años más tarde. Después de la mili (1984) conocí a mi ex, y dejé prácticamente de escribir como ya he resumido más arriba.

A partir de 1996, la pequeña ya tenía tres años e iba al cole, y nuestro matrimonio tenía el mismo futuro que un helado puesto a la solana. Conclusión, comencé el camino por mi cuenta y me tomé en serio, de nuevo, lo de escribir.
Portada para Aquel sábado lluvioso
de Mariano Carabias, sobre dos fotografías
de Amando Carabias Pascual

Comencé con una novela que me venía revoloteando en la cabeza desde el uno de abril de 1994. Aquel sábado lluvioso. ¿Por qué sé la fecha con tal precisión? Esta novela es la recreación ‘histórica’ de las horas que transcurrieron desde la muerte de Jesús de Nazaret hasta el instante de su resurrección. Como suelo decir, esta novela cuelga de un punto y aparte del evangelio de San Juan. Y se me ocurrió el sábado santo de aquel año, cuando en la misa de Pascua bautizábamos a la pequeña. Llovía a cántaros. Estuvo así todo el día, todo el día, y recordé que en el evangelio de Mateo se dice que poco antes de la muerte de Jesús el cielo se encapotó, hubo una tormenta y hasta un terremoto. Y me dije, así de lluvioso debió de ser el primer sábado santo de la historia… ¿y qué harían los discípulos durante esas horas? Pues bien, esa pregunta no hizo más que disparar mi necesidad de escribir. Y me puse con ella. Pero a pesar de que la cosa estaba clara en teoría, lo que no estaba claro era el tiempo del que disponía.

A pesar de todo, mis hijas me llevaban muchísimo tiempo, así que a penas avancé. Salvo en verano. El verano (julio y agosto) eran mi felicidad particular. Todos se iban de casa y yo, después del curro, tenía toda la tarde para mí, escribía, escribía, escribía… Acabé la primera versión de la novela y la di a leer a los que llamo mis lectores experimentales. O sea un puñadito de amigos y amigas que se tragan todos mis partos, para que me digan su opinión: lo más dura y exigente posible. Sin esa condición no cuento con ellos. Por eso estoy acostumbrado a la crítica. Pero pedir una crítica a un amigo es complicado, porque siempre te leen con los ojos del corazón…

Para esta novela conté con buenas colaboraciones: tres curas amigos, mi exprofesora de Lengua, un periodista protestante, y otros amigos. Al verano siguiente, volví a reescribirla. Con ella casi acabada, al verano siguiente, comencé la primera versión de Fin de trayecto (la estoy publicando en Euritmia en la red) que es el desarrollo de un cuento que había escrito con quince o dieciséis años. Un cuento un poco largo…

En la primavera de 2001 presenté Aquel sábado lluvioso al comité de publicaciones de la Diputación y decidieron publicármela, previamente me la habían rechazado dos editoriales; una de temas generales, porque la consideró demasiado especializada, y una especializada en temas religiosos y teológicos, porque la consideró muy divulgativa.

Pero me seguían diciendo que era muy buena. Así que peleé por ella y lo conseguí. Como ocurre tantas veces con los organismos oficiales: difusión cero, ventas cero, promoción cero. La publicaron y ya está, que para mí es mucho. Gracias a la bibliotecaria, muy buena amiga y una de mis lectoras experimentales, un encanto, vaya, se le va dando salida en lotes de libros que se regalan a instituciones o ciertas personas, bibliotecas, etcétera… La presentación de la novela me la hizo mi profesora de lengua (mi más tenaz lectora experimental), Cristina Guerra, que me puso por las nubes…

(Sobre el tema de esta novela una reflexión: muy poco después estalló el boom de los códigos davinci, los cátaros, los evangelios apócrifos, etc., etc… El problema es que la mía es casi ortodoxa en todo, aunque presente alguna leve novedad sobre ciertas visiones tradicionales).

Durante el periodo de curso escribía algunos poemas, y tras unos años estos se convirtieron en un nuevo poemario Jirón de viento que ha sufrido varias modificaciones.

Por fin acabé Fin de trayecto que tampoco se ha publicado en papel, ni se he remitido a ninguna editorial, aunque lo publiqué en uno de mis blogs: Euritmia en la Red

Al año siguiente, me escribí la colección de relatos Cuentos de Euritmia. Novela de una ciudad. Como no era novela, sino relatos, sí me sentí con ánimo para escribirlos durante el curso, poco a poco. En esta época nació Euritmia, que es un trasunto literario de Segovia, y que utilizo para situar mis ficciones. Eso me da mucha libertad y mucha comodidad. De hecho, el resto de novelas anteriores a esta colección de relatos, están revisadas e incluso reescritas ubicándolas en esta pequeña ciudad de provincias de la meseta de España.

Ya llegamos al momento del que partí, la escritura de Autorretrato de un escribidor. Una vez que lo concluí (me llevó un mes escaso) me puse a estudiar como un loco, compré temarios, hasta me iba a apuntar a una academia de Madrid...

Pero todo resultó imposible. No me concentraba. Me parecía un esfuerzo absurdo, demencial. Tenía clara conciencia de que era la mayor de las absurdeces que estaba haciendo en mi vida. (Obviamente salvo yo, nadie piensa esto).

¿Para qué invertir un año o año y medio de mi vida si tenía todo lo material garantizado con mi puesto? El piso pagado, sin coche, sueldo digno. No podía. Así que entre esto y una grave circunstancia personal que no viene al caso, se acabaron las oposiciones, y se acabó la traición consciente a la literatura.

Es cierto que no viviré de ella, pero ocupará mi tiempo libre. Gracias a Autorretrato de un escribidor cogí el vicio de escribir sobre mí mismo y comencé un diario, que aún llevo. Bueno, más o menos. Se titula en genérico La palabra de cada día. Y cada año tiene su propio subtítulo.

(A partir de ahora el título genérico del diario será El surco de los días y también se edita en forma de blog. La última entrada de este blog fue en septiembre de 2015. Desde entonces, y no sé si para siempre, dejé de publicarlo, aunque no he dejado de escribirlo).
Portada, también de Mariano Carabias,
para Cuentos de Euritmia

Había conseguido dinero, yo ponía otra parte, y más o menos tenía garantizada la recuperación de la inversión. Cuentos de Euritmia estaba en la imprenta. No iba a pararme nada, ni siquiera las graves circunstancias personales.

En junio de 2004, en el jardín de la Casa Museo de Antonio Machado, presentamos el libro. Lo hizo el periodista, entonces del Norte de Castilla, José Antonio Gómez Municio. Este libro lo promocioné dentro de mis fuerzas con un poco más de dedicación: televisión, radio  y periódicos locales, y lo presenté, además de en el acto citado en dos pueblos más, Cuéllar y Valseca.

Durante aquel invierno escribí la primera versión de un libro de poesía Eterna luz sonora, que llegó dos veces a la final del premio Gil de Biedma de poesía. Después de la experiencia de Cuentos de Euritmia me he negado a pagar un solo céntimo por publicar un libro. Así que lo llevo crudo [1]

En aquel verano escribí la primera versión de Alas rotas (novela que me rechazó una editorial, que también he publicado en el blog Euritmia en la red [sobre esta novela ver la parte correspondiente a finales de 2014. Sí, al final me la han publicado]). Y luego una policíaca, Muerte en noviembre (hasta ahora presentada y rechazada por dos editoriales).

En octubre de 2005 llegó el final del matrimonio.

En el verano de 2006 escribí la primera versión de mi última novela hasta ahora Gorrión de invierno.

En diciembre de aquel año, apareció en mi vida Marián, que es mi verdadero ángel.

El año 2007 no escribí exclusivamente el diario que para este año se titula Asomado al brocal de tu mirada y es como una carta inmensa (más de mil trescientos folios) dedicados a ella, sino que además escribí por encargo En busca del día y su horizonte. Autobiografía de Justino Gómez González. Se editaron trescientos ejemplares que diseñó, maquetó, ilustró, etcétera, mi hermano Mariano, y por el que recibí algo mucho mejor que dinero: el modo de iniciar una hermosa historia de amor. Esta historia sería la verdadera novela, pero es un poco pronto aún para escribirla, prefiero disfrutarla.

El dieciocho de noviembre de 2008 publiqué el primer post de este Pavesas y cenizas. Inicié esta aventura pocos meses después de tener conexión a internet en casa. Participaba como opinante en uno de los blog de El País, el de Juan Cruz, precisamente. Salí rebotado, porque el ambiente llegó a hacerse irrespirable, aunque allí conocí a maravillosas personas que tuvieron a bien seguirme en este rincón; algunas de ellas aún me siguen, y me enriquecen con sus comentarios, pero sobre todo con su amistad.

El caso es que por casualidad, me encontré o me dijeron, la posibilidad de crear mi propio blog de modo gratuito y muy sencillo. Durante un año publiqué un post diario, sin fallar ni un solo día salvo el de Navidad, que no publiqué a propósito. Procuré ser variado: relato, microrrelato, fragmento de diario, poemas, artículos de opinión… Justo un año después, decidí que la cosa no podía seguir con semejante cadencia y bajé al ritmo que has visto, lunes, miércoles, viernes.

¿Por qué un blog? En primer lugar para tener algo extra que me obligara a escribir y me mantuviera en contacto directo con lectores que me aportaran su opinión. Poco a poco creció la amistad dentro del grupo, entre unos cuantos. También ha habido experiencias malas, pero en general estoy conociendo a gente estupendísima con la que aprendo y disfruto muchísimo.

Euritmia en la red es un blog que nació con la idea de colgar relatos más largos. Empecé con la primera novela escrita. Mañana amanecerá, creo que es la única posibilidad de publicarla. No creo que haya resultado bien. Pero sobre todo por una razón: publicaba una vez a la semana y los capítulos eran muy largos. Sólo tengo constancia de que la han leído completa los más fieles, un puñado, es suficiente, pero, pudiera ser que se trata de la primera novela y es mucho más floja de lo que parece. En esta novela que, efectivamente está llenita de referencias autobiográficas, sin embargo es pura historia-ficción: el inicio de la tercera guerra mundial, cuando todavía existía la URSS y gobernaban en el mundo Bresnev, Reagan, y en España Felipe González, o Juan Pablo II era el papa… Luego algunas cosas no han sido tan distintas de cómo planteaba en la novela, pero cuando la escribí parecía una locura… En la última versión cobra más fuerza la historia de amor que hay en ella (que por cierto, nunca existió, aunque pudo existir, pues los personajes están basados en amigos míos de entonces, y en mí mismo).

Durante 2010 y gracias a mi colaboración con La Esfera Cultural, pude formar parte del blog 7 plumas donde entre siete escritores amigos (los plumigos) hemos creado la novela colectiva Oscurece en Edimburgo que es la primera de estas características de la historia de la Literatura.

Ha sido una de las experiencias más gratificantes y enriquecedoras de mi vida, también en lo personal.


Con Francisco Concepción, Dácil Martín y Ana Joyanes
en la caseta de la Feria del Libro de Segovia, momentos después
de la presentación de Oscurece en Edimburgo

Mi colaboración con Alenarte revista consiste en un artículo mensual, normalmente de opinión y relacionado con algún evento ‘cultural’ que acontece por la zona o al que he asistido. También he publicado allí alguna reflexión sobre cómo entiendo la tarea literaria. Esta revista tiene un buen número de lectores y está hecha con muchísimo cariño por una trabajadora infatigable de la red, Alena Collar que también tiene su bitácora, su blog, ha moderado foros, en fin un compendio.

De toda esta actividad en los blog, ha nacido una criatura, Versos como carne, que ya tiene su registro de la propiedad intelectual y que recoge la mayoría de poemas publicados en el blog y que ha visto la luz en forma de libro de papel en marzo de 2011.


Portada de Versos como carne
idea de Mariano Carabias
Durante el verano de 2010 escribí una novela corta Identidad que espero me dé alguna alegría.

Sin duda, la mayor aportación del blog a mis letras tiene que ver con la poesía. He descubierto y descubro, muchas cosas sobre el asunto. Y también me ha descubierto este formato, que el micro no se me da mal (o eso dicen), ni mantener la tensión en los relatos por entregas.

Creo que mi obra es demasiado amplia, es decir, poco meditada. No sé qué destacar de ella. Con sinceridad, me parece que los poemas del Pavesas y cenizas es de lo mejor que he escrito (o alguno de ellos) y en narrativa Gorrión de invierno, aunque a Aquel sábado lluvioso le guardo mucho cariño. Gorrión de invierno tiene el problema de ser larguísima, larguísima. Y no me atrevo a mandarla a ningún editor, ni a presentarla a concursos. Con esa extensión…

Aquí lo dejo, no me vayas a matar.

* * * 

Y la vida continúa, así que de vez en cuando espero poder retocar esta biografía literaria, con aquellas novedades que se produzcan en este ámbito, sobre todo.


2011 

Además de lo citado, abrí otro blog, a modo de diario íntimo: El surco de los días, que como he añadido más arriba, dejó de renovarse en 2015


2012 

He editado otro libro, en este caso, un poemario blog: Eterna Luz sonora al que se ha citado más arriba como libro inédito.

He participado en el poemario colectivo y solidario editado por ACEN en Castellón de la Plana, titulado Arando versos, cuyos autores pertenecemos a un grupo de FB homónimo del libro.

Así mismo han aparecido relatos míos en otras ediciones de libros de relatos colectivos bajo el sello LA ESFERA CULTURAL. A saber: Relatos de verano, Aquella otra navidad, Con un par de narices e Historias de portería.

Al final del año, se ha editado por UNARIA EDICIONES, joven editorial de Castellón de la Plana a cargo de la poeta y amiga Amelia Díez Benlliure otro libro solidario de relatos cortos titulado Cosecha de invierno.


2013

Momento de la firma de ejemplares de
Quizá un martes de otoño tras su presentación
23 de enero. Biblioteca Pública de Segovia.
(Foto Mónica Serra)
En enero se edita por Unaria Ediciones, Quizá un martes de otoño, poemario presentado el 23 de enero en la Biblioteca de Segovia, por Norberto García Herranz y el día 28 del mismo mes en el Café Literario Libertad 8, de Madrid.



2014

Portada del libro
En marzo de este año, la editorial sevillana Isla de Siltolá me publica Los andamios de los pájaros.

Es un año en que vivo descentrado, más aún. La vida me aleja de mi laboreo preferido, que se torna casi un afán furtivo. Uno de los rostros más hoscos de la vida (la enfermedad que avanza hacia el final irremediable) se impone a todo lo demás. Al menos puedo mantener el diario, como clavo ardiendo, como gimnasio para mis dedos. Quizá, sin embargo, sea buena sembradura para el futuro.

Participo como jurado en el I Concurso internacional de novela corta de "La Esfera Cultural", en el de microrrelatos de la Librería Antares de Segovia.
Portada de Alas rotas

En el mes de octubre, pensé que nada más reseñable me sudería, al menos en lo relacionado con las letras, pero es evidente que el año no se acaba, hasta que no se acaba, o sea  diciembre, y es que en este mes, la editorial La Esfera Cultural decide publicarme Alas rotas... Sí, esa novela que escribí en 2003, que tuve publicada en el blog Euritmia en la red, sí, esa que alguna editorial me había rechazado... Pues bien, mi amigo, además de ser editor suicida, Francisco Concepción se decidió a su edición.


2015 y 2016

En estos dos años, poco o nada que señalar desde el punto de vista literario, salvo que ha sido un periodo de absoluto silencio, hasta llegar a la sequía casi.
La enfermedad de nuestra madre empeoró cada día más (desde 2011 le fue detectada una enfermedad de carácter degenerativo), y eso me fue minando. Me minó el tiempo, pero no sólo, ni siquiera fue lo peor, pues, como se ha visto más arriba, he ido manteniendo una actividad más o menos constante.
Lo peor fue que su enfermedad vino a empozoñarme el ánimo, las ganas, el afán. De pronto (y nunca creí que esto pudiera sucederme) escribir fue una especie de suplicio, algo doloroso.
Empecé a perder las ganas. Y eso es lo peor que le puede suceder a alguien, mucho más cuando se trata de un mero aficionado. Acaso si la supervivencia de mis hijas hubiera dependido de mis textos, quizá habría continuado. Pero, ¿quién me obligaba?
Así que mi actividad relacionada con este mundo que tanto me apasiona, se limitó a la lectura, como método de escape del dolor que poco a poco me minaba, y a participar en algunos pequeños certámenes literarios como jurado.
Y digamos que salvo el diario (por lo demás también con infinidad de lagunas), no escribí nada. Nada. Bueno, un relato aparecido en el libro de relatos colectivo Crónicas del Acojeja en que participé junto a mis amigos de las Islas afortunadas.
El dos de diciembre de 2016, después de once días de hospitalización, falleció mi madre. Y el pozo se ahondó más. Su agua se hizo más oscura y negra... Si no lloré hacia fuera, al menos mucho, pues su muerte era algo asumido, por desgracia, por dentro, todos los sentimientos de impotencia se hicieron cada vez más intensos. Y ya no es que no me apeteciese escribir, es que, literalmente, no tenía fuerzas para hacerlo.

2017

Pero todo el proceso del duelo, si no se torna enfermedad, tiene sus ritmos pautados por la propia vida. Suele decirse que el tiempo lo cura todo.
No sé si es tan literal (mantengo dudas al respecto), pero al menos si amaina el temporal. Poco a poco han vuelto las ganas de escribir. Aunque voy despacio, por falta de tiempo y quizá también, porque las ideas me faltan, o eso creo.
¿Por qué falta de tiempo?
Con José Antonio Abella en los Járdines de los Zuoloaga,
(Para ilustrar la información sobre el cambio de timonel
en Isla del Náufrago)
En el mes de febrero José Antonio Abella me propuso hacerme cargo de la pequeña editorial independiente y segoviana ISLA DEL NÁUFRAGO. En realidad se trata de una Asociación Cultural sin ánimo de lucro, así, los beneficios que se producen de la edición de un libro se invierten en la edición de otros, salvo un porcentaje que se dedica a una ONG. Después de unas cuantas semanas de dudas (pues intuía a lo que me enfrentaba si aceptaba), en casa dimos el placetLo previsto de inicio era que durante este 2017 fuese aprendiendo, para en 2018 hacer efectivo el traspaso. Pero todo se aceleró, hasta que en julio, me he quedado como editor prácticamente en solitario.

Mi bautismo de fuego como editor ha sido Cayo es mortal de Juan Andrés Saiz Garrido; aunque, en realidad, cuando llegué al proyecto éste ya estaba muy avanzado. Así que se puede decir que este libro ha sido con el que he empezado a aprender parte de esta tarea.

En octubre de ese mismo año, publiqué María, ojos de lechuza escrito por Ignacio Sanz e ilustrado por Mariano Carabias. Se trata de un cuento infantil (a partir de los 8 o 9 años es recomendable). Zacarías, el niño narrador cuenta los curiosos paseos que da por La Alameda del Parral de Segovia, al lado de su tío, el pintor Jesús González de la Torre y de Zoila, su gata, tocada con una extraña mancha azul en la cola. Los tres, tío, sobrino y gata, siguen el vuelo errático de la lechuza que habita en la Alameda en la que vive reencarnada la escritora María Zambrano. Zacarías, Zoila y Zambrano comienzan por “z”. Detrás de esta historia late un acercamiento al mundo de la creatividad. Junto con el tío, el sobrino, la gata y la lechuza, en estos paseos iniciáticos, aparecen también los poetas San Juan de Cruz y Antonio Machado, dos paseantes insignes de un valle cargado de historia y espiritualidad.

2018

Este año también publiqué dos libros. 
En mayo la novela de Maribel Gil Sanz Autorretrato postal. En ella la escritora María Sentís escribe una carta dirigida a su marido con la intención de desprenderse de los velos que han cubierto una vida llena de secretos. La carta va tomando vida propia y se convierte en un lugar al que la protagonista accede para observar su mundo emocional. Se mira en ella como en un espejo y construye un autorretrato con los otros rostros que pasan por él. Esos personajes importantes de su vida que, afectados por su forma de mirarlos, quedan impregnados de ella y nos ayudan a descubrir su propia manera de amar, perdonar o traicionar. Su sexualidad. Sus interrogantes.
En noviembre el relato largo de Ignacio Sanz La sombra del pantanoEl autor, aprovecha el anuncio de la construcción de un descomunal pantano en el curso medio de un río para reflexionar sobre el abandono de nuestros pueblos, la soledad, lo complicado de las relaciones humanas, sobre cómo el capitalismo salvaje, con tal de obtener réditos desproporcionados, no repara en nada, ni siquiera en anegar setecientas hectáreas de bosque con todo lo que eso supondría: la muerte de pinos, álamos, olmos, helechos, encinas…, toda la fauna, y, por si esto fuera poco, arrasar la memoria de sus habitantes.

2021

Tras la pandemia del Coranavirus en 2020 y parte de 2021, llegué a pensar que también mi actividad como editor se había acabado. Mi padre fue decayendo en su salud, además, lo que hizo que mi tiempo, y mi cabeza, sobre todo, cada vez se fuera enfocando en menos objetivos: el trabajo, la familia y su salud. Pero por mucho que uno lo intente, ante la enfermedad, la impotencia es la única certeza. Más aún cuando es la mente su objetivo más importante.
Aún así (y con bastante poca dedicación de promoción por mi parte) publiqué Diario de cristal de Maite Hernangómez. Así dice la autora de su libro: "Empecé Diario de cristal no solo para librarme de la pena, sino para entender qué nos estaba pasando. En las visitas a Ibra en tres cárceles (Soto del Real, Aranjuez y Segovia), en aquellos vis a vis, más tarde en el cuerpo a cuerpo y, al final, en sus permisos carcelarios, comprendí qué significan la dignidad, la lucha y la fe. Se me reveló el tiempo como un fogonazo que contiene un todo inaprensible y bello hasta doler. Se presentó el milagro cuando no poseíamos nada o solo un callejón sin salida, cuando, abatida o fulminada, se mostró el instante, ese que refulge en cualquier oscura noche, y en la claridad del día, para no deslumbrar, se oscurece encogiéndose como un gusanito que se protege de una agresión. Compasión, amor y amistad, santa trinidad, se abrieron como abanico gigante que me refrescaba si me sofocaba, que me cobijaba si me helaba".

2022

La culminación de lo que empezó a empeorar en 2021, fue este 2022 en que tras varios meses de sufrimiento, murió nuestro padre en agosto. Antes de su muerte, en junio, publiqué el primer poemario de la nueva colección de Isla del Náufrago "Euritmia Poesía". Se trata de Tocar los círculos y su autor es Sergio Artero. Quizá la mejor explicación de este libro esté en este puñado de versos del poema titulado "Poema de tranströmer":
Ahora que la tarde se despide
y la persiana
deja pasar la luz como costillas
quiero leerte un poema de tranströmer
a ti
que eres casi
lo que yo creo que es
un poema de tranströmer:
una afasia por refracción del ángulo
un lenguaje dejado sin tutela
o un bosque nevado con ceniza.

2023

En marzo, publico El burgués que salió de la caverna. La Guerra Civil y el Franquismo vistos por la poesía de Jaime Gil de Biedma escrito por Pedro Álvarez de Frutos. Se trata de un ensayo en que analiza esos asuntos de la poesía del barcelonés de una perspectiva un poco diferente a la habitual, pues el texto está centrado en el contenido político y social de los poemas. Señala los temas de la Guerra y del franquismo y localiza y analiza las referencias a ellos en lugar de analizar poema a poema como se hace, generalmente, de forma ortodoxa.



[1] Promesa incumplida en 2011, al publicar Versos como carne